(Crónica)
David Ballinas Marín
En diciembre de 1953 el Dr. Ernesto Guevara de la Serna llega a Guatemala con Ricardo Rojo (con quien cultivo 14 años de amistad) y un grupo de argentinos. Eran los días en que el país centroamericano se debatía entre serios problemas de explotación y miseria social por parte de las compañías trasnacionales norteamericanas. Con un gobierno dividido y una población temerosa de enfrentarse a la fuerza invasora yanqui que operaba a través de facciones políticas y sociales guatemaltecas que se disponían a dar el golpe de estado.
La che (presumiblemente sobrenombre puesto por los centroamericanos y no por los cubanos) no participa abiertamente en el movimiento guatemalteco. Solo se decide hacerlo a 6 días antes del golpe de estado o de la invasión norteamericana en el que liquidan al régimen de Jacobo Arbens en junio de 1954. Fecha en la que se desata la persecución y detención de personas que bajo la óptica de los estadounidenses eran “comunistas”. De tal suerte la CIA inmediatamente se informa de los movimientos realizados durante tres días por el Che Guevara, ordenando su ejecución a un grupo antiarbenzista. Persuadido por el embajador argentino de que su estancia en Guatemala se tornaba peligrosa decide esconderse por algunas semanas. Poco después el gobierno argentino representado por el entonces presidente argentino Juan Domingo Perón, percibiendo el peligro que corrían sus compatriotas resuelve ordenar que la fuerza aérea de ese país los conduzcan a buenos aires. El che se niega a regresar y decide junto con Ricardo rojo y julio Roberto Cáceres “el patojo” salir en ferrocarril hacia México en el mes de septiembre.
La che llega a Tapachula. Hospedándose en la pensión “Mary “ubicada cerca de la tienda de aparatos eléctricos “Guerson” a dos cuadras del parque central. Semanas después parte en tren hacia la ciudad de México, en el trayecto conoce a don Luis de León cuñado del Dr. Alberto Cancino, propietario en ese entonces de la finca “El Triunfo” que se ubica en la sierra de Huixtla camino al ejido Belisario Domínguez. Entablan conversación sobre varios tópicos. Don Luis de León le comenta los problemas de salud que existían en las fincas cafetaleras de la región, a falta de médicos para atender a las familias de los jornaleros agrícolas indígenas de los altos de Chiapas enganchados para el trabajo en los cafetales. De tal comentario surgió la idea de quedarse en Huixtla para después trasladarse a la finca el triunfo. Se hospeda en el hotel Molano durante tres días mientras llegaba el vehículo que lo trasladaría a su nuevo destino.
Años después don Conrado Díaz Paz, administrador de la finca contaba, “el Dr. Ernesto Guevara llego a la finca junto a otra persona. A él se le dio un catre para dormir en la enfermería- oficina. Parecía “jipi”. Llevaba una mochila, su pipa, libros y alguna mudada de ropa. Platicaba mucho con los “Chamulas”. Saber que tanto les decía que lo rodeaban para escucharlo, daba consultas y los visitaba en la “gallera” donde estos vivían. Los ataques de tos por la humedad y el clima del lugar le afectaba”.
Un día en el mes de octubre. El chofer de la finca le llego a decir que una mujer lo estaba esperando en la cabecera municipal de Huixtla — se supone que era Hilda Gadea, la exiliada peruana que conoció en Guatemala y que huyo antes de el por el río fronterizo y que a la postre se casa con ella en la ciudad de México— por tal motivo decide abandonar la finca. Agradece a través de una nota la hospitalidad y las atenciones que se le brindaron, —-nota que después de muchos años se volvió amarillenta conservada por don Conrado Díaz paz— fue el chofer de la finca de apellido Lara que lo traslada a la ciudad de Huixtla donde abordara el tren que lo conducirá al distrito federal.
El 25 de noviembre de 1956 desde Tuxpan Veracruz, zarpa el “Granma” con 82 hombres. Entre ellos el medico Ernesto Guevara de la serna de 28 años de edad. Son las 2 de la mañana y el asma le aqueja.
El 9 de octubre de 1967 las fuerzas armadas bolivianas asesoradas de nueva cuenta por los “yanquis”, le dan muerte y el che se vuelve un icono en la historia universal.
Muy buena reseña del che, imagínese sin saber que se había hospedado en reconocido hotel. En el cual me hospede infinidad de ocasiones, saludis
David muchas gracias por la historia. Saludos desde Colombia. Ojala pudieras ambientarnos con detalles del Huixtla de aquellos años.